viernes, 30 de marzo de 2007

Capitulo ocho

Nota del autor: Gracias a todos los que visitan esta pagina y a todos los que postean. Los invito a que dejen su mensaje de voz!! Sin miedo, el micrófono no muerde! Por ahora los invito al capitulo numero ocho

Miles de preguntas danzaron sobre su cabeza ¿Qué hacía su marido allí, para empezar? Era todo muy extraño, porque parecía que predicaba desde mucho tiempo en ese escenario. Y todos parecían conocerlo. Por otro lado, nadie pareció reconocerlo cuando llegaron a este lugar ¿No sería alguien parecido a él? No creía. Llevaba un buen tiempo casado con él, conocía sus costumbres, sus facetas, su genio... lo conocía absolutamente todo de él y si hubiera alguien parecido a él, reconocería ese cambio. Empezó a salir de la multitud, tratando de que Claudio no lo viera, pero se topó con Toño.
-Señorita, la veo a sombrada-le dijo-. Las...
-Disculpe, señor, pero ahora no tengo tiempo-y siguió cuesta abajo, hacia el hogar.
Sin embargo, la cerradura seguía sin aceptar su llave. Observó toda la casa, desde la izquierda, la derecha, por los costados y se encaramó a la muralla que dividía su casa, de la del vecino, Leonardo. Al diablo si alguien le miraba los calzones. Lo único que quería era entrar.
El patio era inmenso, de tierra y piedrecillas por doquier. Desde ese lado estaba la puerta de la cocina, y a unos centímetros de la puerta, estaba la ventana que daba al baño, de la cual todavía se sentía la ducha caer.
-¡¡CLAUDIO!! ¡¡CLAUDIO!!-pero, lógicamente, no contestó. Pero había que comprobar. Era todo muy extraño. Entonces puso las manos en el alféizar de la ventana, y se subió. Se sentía una mirona, pero a estas alturas ya conocía el cuerpo de Claudio de memoria. Afirmándose como pudo, empezó a subir, y entre los resquicios de los vidrios replegables de la ventana del baño, solo vio la ducha y nadie dentro. Y algo escrito en el vidrio del lavamanos con lápiz labial: "Amarás a Dios por sobre todas las cosas" decía.
-Filo con los vidrios.-se soltó, cayó suavemente en el suelo. Acto seguido tomó una piedra de considerable tamaño y la lanzó. El ruido de cristales fue estrepitoso, se volvió a subir, y con una mano libre despejó el área. Empezó a empujarse, haciéndose una herida en el codo. El espacio era amplio, y ella no era demasiado gorda. Se deslizó, afirmando sus manos en los relieves de la tina. Se cortó en la pierna, pero ignoró el dolor. Acto seguido, simplemente se dejó caer. El agua ya había mojado parte de su vestido. Se inspeccionó las heridas. Como mujer, estaba acostumbrada a la sangre, por lo que hizo caso omiso, y simplemente paró la ducha. Salió de la tina, miró detenidamente la inscripción en el espejo del baño. Le devolvió la mirada sus propios ojos, café claros, su pelo castaño y liso, su cara conocida, su nariz respingada.
Como la puerta se abría de adentro, soltó el seguro de la manilla, y abrió la puerta. Estaba dentro de su casa por fin. Salvo un pequeño detalle que le llamó la atención: El televisor estaba prendido en el living del hogar. Pero no trasmitía ningún programa, solo estática.
Se dirigió a la cocina, donde habían llaves de repuesto, y encontró la de la puerta principal, y con ella pudo abrir la puerta. Pensó en la viejecita que la había invitado a tomar tecito ¿con qué motivo le habría cambiado las llaves? ¿Para llevarse a su marido? Pero, ¿por qué todos parecían conocerlo, si Leonardo apenas se acordaba de su nombre? ¿Dónde diablos se encontraba? ¿Qué era aquella villa?
Cerró la puerta, y al cerrarla notó la carta que había debajo del limpiapiés. Estaba escrito con recortes de periódicos: SOLO LOS DIEZ SABEN LA RESPUESTA decía.
Y pensó en la viejita. Pero ella solo daba respuestas vagas a sus preguntas, no le servía. Eso de la Casa en la Colina aun no estaba claro. Tenía que averiguar quienes eran los otros miembros del clan, y para eso tendría que esperar a la misa que se efectuaba en la localidad. Recordó la iglesia y se recordó que no tenía todo el tiempo. Que tenía que saber las respuestas
Y pronto.

lunes, 26 de marzo de 2007

Capítulo siete

Aprovecho de actualizar, antes que se me olvide. Hay cola para usar el pc, así que este capitulo será cortito, pero ojala les guste

Capitulo siete

La subida no era tan empinada, pero se sorprendió al descubrir lo agotada que llegó a la feria de la localidad de Los Cipreses. La feria era inmensa, vasta, donde vendían de todo. Desde clavos hasta chips de celulares a bajo precio. El barullo danzaba por los aires, la gente se topaba unas con otras, y quien gritaba más fuerte la oferta del día. Al doblar por un recodo, vio un escenario y un hombre con una túnica blanca que gritaba:
-¡¡NO SE DEJEN ENGAÑAR!! ¡¡CAMINA ENTRE NOSOTROS!!
El corro de personas alzaba pancartas con leyendas bíblicas, y otras casi apocalípticas. Señoras de edad llorando, otras alzando sus brazos hacia el cielo.
-Permiso...-dijo Isabel, pasando entre los concurrentes. Quería ver al tipo de cerca.
-¡¡SIIII!! ¡¡NO ESCUCHEN SUS PALABRAS!!¡¡MIENTE!! Y CUANDO SE REVELE EL VERDADERO SENTIDO DE LA VIDA ACABAREMOS CON ESA PERSONA!!!
Gritos, alabanzas, llanto. Isabel llega al escenario.
-¿De quien hablan?-pregunta al señor que estaba cerca suyo, que vestía terno y llevaba un libro negro y abierto en sus manos.
-De Malaquiel.-le informó.
-¿Malaquiel?
-Así es señorita. Las malas lenguas dicen que está entre nosotros. Debemos tener cuidado.
-Pero quien es?... y como es?
El señor miró en todas direcciones. No era demasiado viejo, pero tampoco demasiado joven. Isabel sospechaba que tenia unos 45 años bien llevados. Era raro encontrar fanáticos religiosos, pero esta villa estaba lleno de ellos por lo que estaba descubriendo.
-Está prohibido hablar de él... Solo Claudio...
-¿Claudio?-miró el escenario. El hombre que lanzaba loas como ladrando al cielo era nada mas ni nada menos que su marido...

Pd: Esta historia continuará...

viernes, 23 de marzo de 2007

Capitulo seis

NOTA DEL AUTOR: gracias a las 57 personas que han visitado mi blog. Quiero recordarles que se han aumentado las posibilidades de dejar un mensajito. Ya sea como un mensaje escrito, o como mensaje de voz. El mensaje de voz no tienes que estar inscrito para dejar un mensaje!! solo un micrófono, presionar donde dice "clic grabar voz" poner un nombre y listo!! Espero la buena onda y el cariño de todos. Ahora continua esta historia...

Capitulo seis

No se demoró tanto en llegar a su casa, que se alzaba silenciosa y erguida bajo el sol de aquel día. Buscó en su cartera las llaves, las encontró sin mayor esfuerzo y trató de girar la cerradura, pero ésta no cedió.
Golpeó.
Intentó de nuevo, pero la llave no giraba.
Volvió a golpear.
-Claudio-le llamó-.-¡Claudio!
Golpeó con mayor insistencia. No lograba escuchar la ducha desde allí. Ignoraba si seguía dentro del baño (y muerto) o si estaba en el living (y muerto) o en algún lado (muerto) esperándola.
Intentó otra vez con la llave, pero seguía sin girar.
-¿Le pasa algo señorita?
La voz la sobresaltó. Y cuando se giró solo era él, Leonardo, el señor que les había dado la bienvenida.
-No puedo abrir la puerta.-le informó-Y mi marido...
-¿Es uno de pelo ondulado, que lleva lentes y una camisa roja? ¿Ese que saludé cuando les di la bienvenida?
-Así es.
Leonardo miró en todas direcciones.
-Disculpe, mi mala memoria, pero... no recuerdo caras luego de un rato. Pero me esfuerzo y luego...
Isabel lo interrumpió.
-Si lo vio, ¿puede dejarse de rodeos y decirme donde está?
Leonardo apuntó una calle, colina arriba.
-En la feria. A unas horas de acá.
-Gracias.-se fue, taconeando hacia el lugar.
-¡¡señora!!
Isabel se volteó.
-Toño tiene llaves de repuesto, si gusta ha...
Estaba aburrida de ese tal Toño. No tomó atención a lo próximo que dijo, y fue en dirección a la feria sin dejar de taconear.

NOTA DEL AUTOR: Recuerden... el lunes la continuación de esta historia. No deje de visitar y dejar su post escrito o su mensajito de voz!!!

lunes, 19 de marzo de 2007

Capitulo cinco

NOTA DEL AUTOR: Se avisa que los sabados y domingo no se escribirá la historia, sino que irá ahora todos los lunes, y los viernes. ATENCION!

Capitulo cinco

Las nubes danzaban en el cielo, lentas y imperecederas, suaves como algodón, prístinas y grandes. No corría demasiado viento y la caminata era agradable.
-En 1945 las tierras de cultivo eran la principal atracción de Villa Los Cipreses-le dijo la Anciana, que caminaba junto a Isabel en dirección a la casa de la primera.-Pero vinieron tiempos duros y cayó sobre este pueblo el frío más cruento del que se tiene memoria.-pasó el niñito que había gritado "la luz" en su triciclo, sin dejar te tocar el timbre.
-¡Hasta luego, Señora!-dijo, hasta perderse por el pasadizo que había mas a la izquierda del almacén. Isabel solo inclinó la cabeza en además cortés. Miró a la anciana.
-Y bien. Nos quedamos sin nada. La señora del Almacén, Teodea, encarga suministros al exterior. Por una parte, siempre estamos abastecidos.-la viejecita miró a Isabel-Fue en 1974 cuando llegó él a nuestra Villa.
Toño había abandonado su lugar en la muralla y por más que Isabel lo buscó no lo encontró ni en la colina y ni regando el pasto.
-Tenía 34 años cuando llegó-le dijo, deteniéndose-¿Quiere pasar?
Isabel vio que la casa de la abuelita tenía el aspecto viejo y antiguo de las personas que llevan viviendo mucho tiempo en un mismo lugar. Era de color rojo carmesí y de ladrillo en su totalidad. El antejardin estaba seco, sin vida, y solo quedaba tierra donde antes había habido alguna flor, pasto o lo que fuera. La viejecita abrió la puerta con la llave que le colgaba de entre los pechos y con una inclinación de cabeza la invitó a pasar. Isabel lo hizo.
La casa era acogedora, con cuadros, una mesa con mantel blanco, y los sillones hundidos de miles de gentes que se habían sentado alli mucho antes que ella. La saludó un gato gris, que se frotó entre sus piernas.
-Ese es Melquiades.-le anunció. Cuadros, eso también adornaba la casa. Fotos de su matrimonio, paisajes, misivas religiosas y adornos de cerámica en la mesita de centro. La invitó a la cocina, grande, espaciosa, y a sentarse a una mesa. El refrigerador, con esas letras imantadas, se escribía: NO CODICIES EL BIEN AJENO.
Se sentaron.
-La casa en la Colina-le dijo la viejecita, que le daba la espaldas, pues preparaba una taza de café para ella, y una taza de te para la visita-La construyó Toño. El solo. Es buena gente.-La miró-.Se como se siente con respecto a él.-le devolvió la espalda.
-Pero ¿que es La Cuota?-una taza de te hirviendo se poso frente a Isabel-.Gracias- La viejecita se sentó al lado de ella.
-Eso es algo de lo que tenemos prohibido hablar. Sobre todos a los que vienen del exterior-era segunda vez que escuchaba a la viejecita hablar de "exterior".
-Pero es una cantidad en dinero? Por lo menos, eso me dieron a entender a mi y a...
-A propósito...-le interrumpió la viejecita-Mi nombre es Merced. Doña Merced.
Isabel se sonrío.
-Ya sabe... soy vieja, y olvidadiza. Las buenas costumbres con desconocidos como usted...
Isabel tomó un sorbo de su te.
-¿Galletas?
Isabel negó con un gesto de la mano.
-No todos tenemos estas frases-dijo, apuntando el refrigerador-.Solo diez de nosotros. Los más antiguos.
-¿Los diez mandamientos?
La viejita asintió.
-No permitiremos que esto cambie-le dijo-.Yo le recomiendo que se acerque a Toño. No muerde. AMA A TU PRÓJIMO...-dijo, sin terminar la frase.
-Pero, y ¿la casa en la colina?-preguntó Isabel.
-La construyó toda él-repitió-.Nos suministra de energía.
-¿No hay una central ni nada de eso?
Doña Merced mascó una galleta y tomó un sorbo de su café.
-Ya es tarde-le dijo-. Su marido debe estar preocupado.
Esto la sobresaltó. Ni siquiera se había acordado de su marido. Y pensó: La ducha. Bueno, a estas alturas ya debería estar esperándolo para el almuerzo. Ni siquiera habían tomado desayuno juntos. Si solo había salido a comprar. Le dio las gracias a Doña Merded, ésta la invitó a que volviera, y le insistió que:
-Hable con Toño. La cuota. No se olvide.
Fue a su casa con más preguntas que antes. Todo parecía llamarle la atención.
Y vendría más.

continuara... VIERNES 23 PRÓXIMA ACTUALIZACIÓN... deje su mensaje de voz... o su mensaje escrito.

viernes, 16 de marzo de 2007

Capitulo Cuatro

Lavada, limpia, más tranquila consigo misma, se viste, se peina y le anuncia a su marido que:
-¡Voy a comprar las cosas para el desayuno!-su marido sigue sin responder. La ducha sigue cayendo, sin cesar, pero ella sale de la casa pensando que Claudio está bien... porque... ¿está bien cierto?
En fin. El clima en esta villa es bastante agradable. El sol no es demasiado caluroso, y las áreas verdes que rodean el perímetro le espantan el miedo y la inseguridad. Todos los habitantes la saludan con una inclinación de cabeza. No más allá, se levanta el ALMACÉN LOS CIPRESES, donde el pan esta a 500 pesos el kilo, la leche se vende en jarro recién sacada de la vaca y el queso es casero.
-Buenos días tenga usted, señorita-le dice la dependienta, una mujer de unos 35 años de edad, Maciza, pero con una cordialidad típica de pueblo pequeño-¿Qué desea?
-Un kilo
de pan, por favor. Leche, te, y ese queso de cabra.
La dependienta le cede el paso a que elija el pan ella misma. Lo pesa, le pasa una bolsa. Y en bolsas separadas le entrega el queso (un cuarto de kilo) y la leche (un litro y medio).
-Serian mil quinientos, señorita.
Más barato de lo que pensaba. Se despidieron con una inclinación de cabeza, y al salir una viejecita que estaba viendo el titulo de los diarios, la detuvo para saludarla:
-Buenos dias tenga usted, señorita-le dijo la viejecita. Olores a sudor, y jabon, se mezclaban en su cuerpo.
-Buenas tenga Ud-le respondió Isabel.
-Es Ud muy bella-le adula.
-Gracias-su mirada se pierde en una muralla, sin rayados de spry, ni carteles de busqueda, y ve a Toño allí, con un pie apoyado en los ladrillos de la estructura y fumandose un Luky Strike, con la imagen de Miguel en la cajetilla. La miraba sin parar.-Que tenga un buen dia-le dice a la viejecita, con el animo de ser lo mas cordial posible, sin demostrar el miedo irracional que le ha tomado a Toño. Pero la viejecita le toma del brazo. La fuerza de la señora es extraordinaria. No duele su apretón, pero se adhiere a su brazo y la presión es indescriptible.
-Tenemos mucho de que hablar-le dice la viejecita-Mucho más de lo que imaginas.
Isabel la mira extrañada. Es casi como (no, imposible) la viejecita supiera algo que ella ignoraba. Y para confirmarlo, la viejecita le dijo:
-Es sobre él-apuntó a Toño.-Y sobre la casa en la colina.
La casa en la colina. Sí, esto tenía que saberlo.
Tenía que saberlo.
continuara...

NOTAL DEL AUTOR: Las historias ahora iran dia por medio. Y se abren mas las posibilidades de dejar un mensaje. Ya sea por el medio escrito, o tambien en la cajita que se ha habilitado para tal evento ¡¡si!! Una cajita donde puedes dejar tu saludo, o si prefieres, dejarlo escrito tambien. Gracias a Tammy, que sigue esta historia y por su apoyo condicional. te quiero mucho amiga

miércoles, 14 de marzo de 2007

Capitulo Tres

Un nuevo amanecer despierta a Isabel de un sueño que no recuerda. Palpa su lado de la cama, pero se da cuenta que su marido no está. Sin embargo, escucha el sonido de la ducha y sonríe. Se despereza, se levanta con su pijama blanco y espia por la ventana. Toño ya no está regando el pasto, y la casa en la colina no se ve tan amenazadora de día. Los niños juegan en las calles y los habitantes del lugar hacen su vida de siempre. Es temprano, pero todos ellos ya están levantados y llenos de energía. Es un nuevo día y hay que aprovecharlo. Es entonces que golpean a la puerta, y con una bata que se abrocha mientras camina, Isabel abre la puerta.
-Tenemos que hablar de la CUOTA-le dice Toño.
Isabel mira hacia el baño. El agua de la ducha sigue cayendo. NO sabe porque, pero con Toño allí, sola, se siente desprotegida. Y pareciera que los ojos de ese hombre... mmm... la recorrieran entera... como si... que asco, pero... como si la acariciara con su mirada. La hacia sentir sucia, vil, una verdadera perra.
-¿Puede venir más tardecito? Ahora mismo estamos levantandonos y...
-No hay problemas-le interrumpe Toño, lanzandole una ultima mirada.-Le viene el color blanco.-y se marcha.
Cierra la puerta, se apoya de espaldas a ella y piensa: nunca debimos venir a este lugar
La ducha sigue cayendo eternamente. Isabel decide entrar y lavarse en el lavamanos de la cocina. Eran las once de la mañana.