sábado, 5 de mayo de 2007

capitulo 17

pd: para mi DIOSA AFRICA

capitulo 17

Despierta cuando los efectos de la droga disminuyen. Sigue en la misma habitación, con los mismos olores, y la misma televisión apagada sujeta con unos fierros a la muralla del cuarto. Mira a todos lados, un tanto desorientada. Sigue sola, vacía, extraña. Trata de salir de la cama, pero las amarras en los brazos se lo impiden. A su lado, el florero sigue ahpi, con la flor cabeceando feliz y la tarjeta de su esposo apoyada, extrañándola. Pero no es tan así, su esposo es parte de todo esto. Pero ella no lo sabe, no tiene como saberlo.
El florero es de vidrio
(piensa)
Vidrio.
(vuelve a pensar)
Se siente lenta. Y piensa
(piensa)
que hay una vía de escape.
Mueve la camilla, el movimiento hace tambalear el florero que descansa arriba de la cómoda. Pero no cae. Usa más fuerza, vuelve a mover la camilla, y el florero se cae esta vez, con un estrépito. Teme que el ruido traiga a algún auxiliar... o lo que es peor, a la enfermera, pero nadie viene. Nadie acude. Sigue sola, vacía, extraña y
(piensa)
piensa que el brazo no llegará. Pero si llega, y coje un pedazo de vidrio. El olor del agua descompuesta, la flor deshojada, pero nada le importa. Solo quiere salir. Solo quiere sobrevivir. Doblando la mano, y estirándola lo que más puede logra desatar su brazo izquierdo. Y luego su brazo derecho. Está libre. Libre. Se destapa, pisa el suelo con cuidado de no clavarse con los trozos de vidrio que están esparcido cerca del perímetro del impacto. Camina y sale por la puerta. El hospital huele a medicamento, meados, sudor nocturno. Huele a pecados, a impuresa, a muerte y labios secos. Avanza por el pasillo. Los cuartos de los demás pacientes también están vacíos, pero al doblar un recodo, se encuentra con otros enfermos. Pero ninguno de ellos es cuidado por enfermera alguna. Todos los televisores están prendidos. Aquí, un juez de renombre es acusado de malversación de fondos, allá, un profesor es acusado de abusar sexualmente de su propio hijo y de los amigos de éste. Ahí, una mujer asesina a su esposo y luego se suicida junto a sus bebes recién nacidos. Y hay más. Nuevos destrozos por grupo de estudiantes en contra de la LOCE, nueva red de pornografía infantil desbaratada, siguen muriendo niños en IRAK, otro estudiante en América del Norte mata a cientos de alumnos porque le fue mal en una prueba. Muertes, violaciones, aberraciones. Cada uno de los televisores vomita información. Solo un televisor está apagado, y es de la habitación del fondo. La última habitación. Entra. En la camilla un hombre descansa, la mira.
-Hola-le dice.-parece lúcido.
-¿Dónde están todos?-le pregunta ella.
-Sacrifican a otro. Alguien que no pagó la CUOTA.
-¿Sabes lo que es LA CUOTA?
El hombre asiente. Acto seguido dice:
-Lo sé, porque yo tampoco la he pagado.
-¿Por eso apagas el televisor?
-Sí. Malaquiel se manifiesta a través del televisor.
La mira. Lo mira. Se miran.
-Isabel-se presenta.
-Benjamin-responde.
Se acerca a él.
-¿Qué es la cuota?
-Es una promesa-le contesta. Isabel lo anima a continuar con un gesto en su rostro.-La promesa de ser perfecto.
-¿Perfecto? Pero si ni siquiera ellos lo son.
-Pero esa es la CUOTA. LA PERFECCION.
-La vida que vivimos en esta villa-cuenta-se basa en la perfección. Todo tiene un horario, un momento, un instante, un suspiro.
-No tiene sentido-le dice Isabel
-Claro que lo tiene. Debiste haber hablado con Toño apenas él les dirigió la palabra. A ti, y a tu esposo Claudio
-¿Conoces a mi marido?
-Por supuesto. El tampoco pagó la CUOTA hasta que tomó conciencia. Y quiso ser perfecto.
-Todavía no lo entiendo.
Le apunto el dintel de la puerta de entrada. Las frases eran las mismas que la de su habitación: NO CONSENTIRÁS PENSAMIENTOS NI DESEOS IMPUROS
-Así que es eso.-musitó Isabel-Así que esa es LA CUOTA. Prometer obediencia a los diez mandamientos.
Benjamin asintió.
-Y tú, ¿por qué elegiste no acatar la orden?
-Por la misma razón que tú-le dijo.-Somos HUMANOS.-la miró-Y por esa razón, tu me soltarás de mis amarras.
Fue más fácil que soltarse ella misma. Y cuando Benjamin se puso en pie, lloró y no pudo evitar abrazarla. El abrazo fue cálido, sincero.
-Tanto odio en este mundo-musitó.
-Esto quiere decir que Malaquiel no es una persona-dedujo Isabel. Benjamin se separó de ella, y con una sonrisa que le iluminaba el rostro, le dijo:
-Si es una persona.-le tomó la mano-Ven. Yo tengo las respuestas a todas tus preguntas.
Isabel solo se dejó llevar.

pd: ¡¡AFRICA!!

1 comentario:

Infinitas letras dispersas dijo...

huachi
usted me cae de pelos.
feliz de que sea escritor, o sea, de los nuestros.
saludos y sigue con esa pasion por la literautura

Pax domini sit semper vobiscum
que la paz sea contigo
migoshina Magda