miércoles, 18 de abril de 2007

CAPITULO 13

pd: Han sido días dificiles, muy dificiles. Pero trataré de ir actualizando durante la semana. ATENTOS.

Capitulo 13

Su marido entró a la ducha, Isabel avisó que iba de compras al Almacén. Sin embargo, su marido no le contestó. Esa sensación de haber vivido ya todo esto le persiguió durante todo el trayecto. Parecía que todo estuviera donde mismo, los mismos niños, la misma gente, caminando con sus mismos vestidos, sus mismos pantalones, y el señor Toño, regando el antejardín. La casa en la colina no se veía tan amenazante, y la iglesia hacia repiquetear sus campanas. El sonido la llevó hacia allá, y entró junto a los fieles. El lugar era espacioso, con dos fuentes de agua bendita. El padrecito era viejito, pero encantador. No había señores de blanco, mujeres colgadas como res, no había sangre... solo miles de creyentes rezando e implorando perdón. La misa comenzó.
-Buenos días-le dijo una viejecita. Era Doña Merced.
-Con usted tomamos tecito ¿me recuerda?
La viejecita la miró, pero no la recordó.
-Quería hablarme de la casa en la colina.
La viejecita le palmoteó la pierna, y emitió un: shhh.
La misa estaba por empezar.
¿Cómo era posible que no la recordara? Bueno, era viejecita, los viejos solían tener la memoria frágil. Por lo que se quedó cerca de ella, hasta que la misa terminó. Conversó con ella todo el trayecto, hasta la salida.
-¿Me hablabas de la vieja casa en la colina?-preguntó la viejita, caminando lento, pero seguro, bajo el techo de la iglesia.
-Así es.
-Es un sistema autónomo de energía-le explicó.-En 1974, cuando el frío cayó en esta zona destruyendo miles de cosechas a la redonda, Toño llegó como una salvación. Aleluya, sea Dios. -salieron. Estaba helado, pero era soportable.-Y llevaba consigo dos tablas con la palabra del señor.
-¿Los diez mandamientos?
Doña Merced asintió.
-Nos dijo que no teníamos que adorar al becerro de oro.
-¿Malaquiel?
La viejita volvió a asentir.
-¿Algunos de ustedes lo ha visto? ¿Ha conversado con él? Digo, porque pareciera que todos hablan de Malaquiel sin conocerlo siquiera.
Doña Merced la miró, desconfiada.
-Existe, así como existe el reino de los muertos.
Isabel miró la colina, donde se alzaba la casita de madera. El día estaba nublado, y las nubes eran negras. Era medio día, pero estaba semi oscuro.
-¿Y esa casa, la edificó él?-Miró a Toño, que regaba su jardín. Doña Merced solo asintió.-¿Qué es lo que está pasando realmente aquí?
-¿Qué es lo que está pasando?-dijo, como preguntandose a si misma.-Está pasando que el invierno está por caer nuevamente, y que los tiempos de Malaquiel están por llegar.
-¿Donde queda el Jacuzzi de...?
Doña Merced no la dejó terminar.
-¿Viste el televisor?-su voz denotaba desconfianza.
-Bueno, para eso está el televisor, ¿no? No creo que tenga que pedir permiso para...
-Malaquiel se manifiesta a través del televisor-le susurró la anciana, acercándose a ella, con unas manos que parecían garras.-¿Qué viste? Lo que hayas visto puede ser relevante en nuestra batalla.
-¿Batalla?
-Forasteros.-musitó-Siempre lo mismo.-llegaron a la casa de Merced. Esta vez ella no la invitó-Cuando abras los ojos, veras lo que esconde la sombra que hay detrás del corazón humano.-Cerró la puerta.
Aun quedaba tiempo de ir de compras.
Y de averiguar que demonios pasaba.

1 comentario:

Infinitas letras dispersas dijo...

me encantó lo que escribiste. escribes muy bien
te agradezco por ponerme en tus links, yo haré lo mismo.
no olvides pasar por mi blog
cuidesee amiguito de blog^^